El Tatuador de Auschwitz es otra novela popular, cuya fama ha sido dañada por la controversia. En este caso, se puede decir que ha dañado su reputación, especialmente como novela histórica que está contando una historia poco conocida que es verídica.
Y con esto creo que pueden ver más o menos para donde irá esta entrada.

The Tattooist of Auschwitz escrito por Heather Morris cuenta la historia de Lali Sokolov, un judío que por cosas de la vida acaba siendo el tatuador de miles de personas que pasaron por las puertas de Auschwitz, y una de esas personas fue Gita Furman. Iniciando así una gran historia de amor.

Parte del atractivo de esta novela, es que no solo contaba algo relacionado con uno de los momentos más obscuros de la historia, pero era sobre personas reales, cuyas historias eran en su mayoría desconocidas. Y en un mundo donde parece que cada historia que es de la misma rama ya ha sido contada, encontrar una historia como la de Lali Sokolov era como encontrar un trébol de 4 hojas. Sin embargo, al poco rato de su publicación, empezaron a llegar las quejas y controversias, especialmente en el aspecto histórico.

Las primeras quejas llegaron a manos del Centro de investigación conmemorativo de Auschwitz, quien dijo que la novela estaba llena de errores e información inconsistente. Algo que contradice las notas del editor al final del libro que dice:
“Se han hecho todos los intentos razonables para verificar los hechos con la documentación disponible.”
Ya que todo parece indicar que muchos de los errores de los cuales se queja el Centro de Investigación se podían verificar fácilmente, puesto que existen los registros y documentos requeridos para hacerlo.
Wanda Witek-Malicka, quien trabaja en el Centro de Investigación conmemorativo de Auschwitz, realizó un reporte de más de 7 páginas con errores factuales de la novela. Estos errores incluyen desde la ruta que se menciona que tomaron los trenes que llevaban a prisioneros a Auschwitz, ya que la ruta mencionada en el libro no era posible y parece que la autora usó la ruta moderna en vez de la correcta, a sucesos como que los Nazis mataron a judíos usando un autobús como cámara de gas.

De acuerdo a Paweł Sawicki, encargado de la prensa del Museo Estatal Auschwitz-Birkenau, menciona que se empezaron a revisar los hechos cuando se les pidió que comprobaran el número que le fue tatuado a Gita Furman, solo para encontrar que ese dato que parece tener un rol tan importante en la novela no era el correcto. El número en la novela es 34902, cuando era 4562. Este es un dato que la misma Gita Furman dijo cuándo la entrevistaron para la Fundación Shoah de la Universidad del Sur de California en 1996, y que los archivos de Auschwitz-Birkenau confirman.

Asimismo, más detalles que han sido rechazados como correctos, es cuando Lali le consigue penicilina a Furman, quien tenía Tifoidea, en 1943 porque el antibiótico se volvió accesible hasta el final de la guerra. Otro detalle es cuando se menciona que Mengele esteriliza a un hombre, porque esto era algo que no hacía el doctor, ya que este solo experimentaba con gemelos y enanos. Otra parte es cuando se menciona que dos crematorios fueron destruidos, cuando solamente uno fue parcialmente quemado.
Y la parte que ha causado más controversia es la supuesta relación sexual entre Johann Schwarzhuber, oficial Nazi del campo, y una prisionera judía llamada Cilka.
Esto fue lo que dijo el reporte:
“la posibilidad de mantener una relación tan larga… y según el libro, una relación semi-explícita entre una prisionera judía y un miembro de alto rango de la jerarquía de la SS era inexistente.“
Esto debido a las repercusiones que podía sufrir el oficial de la SS.
Esta relación ha sido criticada y rechazada por George Kovach, el hijastro de Cilka, cuyo nombre completo era Cecilia Kovachova,
Entre las personas que se han quejado de los errores está el hijo de los protagonistas de esta historia, Gary Sokolov.
Y puede llegar ahora la gran pregunta de ¿por qué es tan importante que sea verídica?
Algo que es válido porque no es como que siempre se exija veracidad en historias que supuestamente son históricas. Siempre agregan o eliminan cosas para que cumpla más con una historia vendible o agradable para la audiencia. Sin embargo, la razón de porque hay una molestia general es que gran parte de la mercadotecnia y del interés de esta novela es que es–supuestamente–históricamente correcta. En palabras sencillas, es una historia real.
Y todo lo mencionado arriba parece contradecir lo que dijo la autora sobre como:
“El noventa y cinco por ciento es como sucedió; investigado y confirmado.”
Y que la editora Sara Nelson dijera cosas como:
“Lo que los lectores tienen en sus manos es casi una biografía.”
En mi opinión, el hecho de que el Centro de Investigación encontrara errores que parece que eran fácilmente verificables, como el número de Gita, y el uso de la penicilina, lleva a la duda sobre qué tan confirmado e investigado está todo. Parece más como que Lali Sokolov le contó una historia a la autora, y la autora rellenó los hoyos con la información que se le ocurrió, sin verificar si era correcta o incluso si era posible.
La autora y la editorial, después de las críticas, han dicho que la novela es al final del día una obra de ficción y no algo que pretende ser académicamente correcto. Aunque, considerando, lo que mencionaron al promover el libro, esto no parece 100% correcto, ya que parece que si estaban tratando de explotar el “históricamente verdadero.”
Referencias
https://www.nytimes.com/es/2018/11/15/espanol/cultura/el-tatuador-de-auschwitz-ficcion.html